Relato: La eterna juventud.

La eterna juventud


María, dulce nombre María...pensó mientras sollozaba entre las marchitas sábanas que se oscurecían por el negro maquillaje que ocultaba sus preciosos ojos, los cuales penetran en la mirada de cualquier hombre como un inmenso río dorado que bañaba todos los deseos y placeres...
María ya no tenía fuerzas de continuar, sentía como un gran dolor oscurecía y ennegrecía su corazón, como cada vena, arteria y vaso sanguíneo fuera un arroyo, se sentía sucia...María giró la mirada, y allí estaba él, su inconfundible Juan, el amor de su vida, el hombre que hacía que su corazón latiera tan fuerte como el amor que sentía por él. En esos momentos María recordó lo que un día fue, lo que siempre quiso ser y no llegó a ser, por ultima vez recordó la primera vez que conoció a Juan. Fue una fría pero hermosa mañana donde el sol hacía brillar los dorados cabellos de María y el viento los movía como si de una bandera ondulando se tratara, María estaba en el jardín, ,muerta de frío pero ansiando conocer el calor humano...En la verja un muchacho se acercó, se sentó junto a ella y no dijo nada, anocheció y él aún seguía contemplando aquellos ojos. Desde aquel día María supo quien la acompañaría el resto de sus días, pero estaba equivocada.
Desde aquel hecho trascurrieron 30 años, María notaba sus facciones arrugadas, sin vida, pero su corazón vivía con fuerza hasta el día en el que ella estaba preparando un pastel de manzana para el regreso de Juan. El teléfono sonó, al descolgar escuchó el color y el sonido de la eterna soledad, María se deslizó por la pared hasta llegar al suelo y ahí murió Juan y con ella su dignidad.
La eterna soledad iba comiendo el interior de su cuerpo como si de un gusano se tratara, María no podía vivir en soledad, hasta que un día decidió introducirse en el oscuro y lujurioso mundo del falso amor...
María tenía una poderosa virtud, con sus ojos podía hechizar a cualquier ser, ni la más atractiva mujer podía encantar a un hombre como María. Ella utilizó su encanto para apagar su amor con hombres desconocidos.
María estaba rota como una muñeca de cristal, sabía que el amor que había sentido un día por Juan la dejó realmente ciega, creó una enfermedad sin solución, ella no lo sabía, hasta el día de hoy, de su muerte, María contempló que aquel hombre no era Juan, fue testigo de su cegera, pero de repente el corazón finalizó su camino.
María hacía el amor con todo tipo de hombres jóvenes, ancianos, feos, guapos, pero ella no los distinguía, sus ojos hacían ver que Juan era cada uno de esos hombres, cuando Juan murió en aquel incendio quemado, sus partículas volaron por el viento con tanta fuerza como el viento de aquella primera cita, mientras María cocinaba estas partículas se posaron en sus ojos, de esta manera María lo vería todo igual que antes, las mismas risas, las mismas caricias, los mismos susurros al oído al despertar, la misma cara en los diferentes hombres.Ni siquiera la muerte puede hacer que el amor se acabe.Juan no quería que María sufriera. El amor es eterno, cuando amas a una persona, siempre estará en tu pensamiento, pero el amor real entre dos personas que se han amado toda la vida muestra la locura cuando se pierde a un ser querido.


AUTORA: Aria

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